EL HAMMAM
Una visita a un hammam de Marruecos (baño público) es una experiencia maravillosa y casi obligatoria por ser una de las mejores formas de conectar con los marroquíes.
Su origen se remonta a las aguas termales romanas, logrando más tarde expandirse a lo largo y ancho de todo el imperio otomano. En el caso de este país, los hammams de Marruecos suponen un curioso punto de reunión para las personas de la misma zona o barrio, convirtiéndose así en un importante lugar de reunión social para hombres y mujeres.
Los hammams pueden tener entradas y salas separadas para hombres y mujeres, y algunos exclusivamente sirven a uno u otro sexo. Una tercera categoría de hammam son los que tienen días de la semana reservados para los hombres, y otros días de la semana para las mujeres o incluso con horarios en el mismo día marcado para hombres y mujeres. No encontrarás hammams en Marruecos que sean de carácter público y mixto, así que antes de ir a uno deberemos preguntar exactamente en qué horario podemos ir.
De igual manera deberemos informarnos con anterioridad si es necesario llevarnos nuestro propio jabón o si podemos adquirirlo directamente en el hamam.
En el vestuario nos quitaremos la ropa. La mayoría de los hombres se dejan los calzoncillos puestos. En cambio, las mujeres son mucho menos pudorosas y el desnudo femenino casi siempre es integral. No obstante, siendo turista y para evitar ofender, es mejor asegurarse de que hay mujeres marroquís completamente desnudas, antes de despojarse de todas las prendas.
Los hammams tradicionales tienen el aspecto de una casa, con habitaciones, solo que toda la casa es un baño de vapor. En una de las habitaciones, normalmente la más amplia que está en el centro, hay grifos de los que sale agua caliente y fría y cubos para que los llenes con agua a la temperatura que quieras. El agua de los hammam se calienta gracias a unos hornos de leña que tienen adosados.
El secreto es el jabón negro o beldi, hecho de aceite de oliva negra y con propiedades exfoliantes naturales. El beldi se aplica generosamente a la piel, se deja actuar unos 10 minutos y, tras ello, la piel estará preparada para una exfoliación intensa con el guante negro o kassa.
RITUAL:
Entramos en una sala caliente para que el cuerpo se acostumbre al calor y se abran los poros de la piel y nos lavamos por primera vez con los cubos que encontraremos que iremos rellenando de agua fría y tibia.
Después de un rato en que nuestros poros han ido expulsando suciedad es el momento del lavado más a fondo con la exfoliación.
En algunos hammams podremos también darnos un masaje y después de éste, entramos en un cuarto frío, donde nos relajamos un rato para dejar que el cuerpo se acostumbre a la temperatura normal de nuevo.
